«Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos». Lucas 10:20

Cuando los setenta y dos discípulos regresaron con alegría de su misión, Jesús les advirtió que la fuente de su gozo no debía provenir de los resultados visibles del poder del Espíritu, sino del mismo Espíritu Santo, quien nos ha sellado para Cristo y ha escrito nuestro nombre en el Cielo.

Estamos llamados a abrazar el estilo de vida de Dios. Muchos son los llamados, pero pocos los escogidos. ¿Quiénes son los escogidos? Los escogidos son los que tienen los nombres escritos en el libro de la vida, porque creen en Cristo para salvación.



«Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?».
Mateo 16:26




Esta Escritura nos advierte que aquellos cuyas vidas y enfoque están centrados sólo en cosas egoístas, clásicas y materiales, en completo descuido de la eternidad, una gran parte de la vida les pasará de largo. Los tesoros de la tierra tienen la característica de decepcionar a sus beneficiarios, ya que sólo pueden enriquecernos temporalmente, mientras que las bendiciones del Cielo enriquecen a las almas creyentes para la eternidad.

Debemos estar espiritualmente dispuestos a perseguir las cosas del Cielo; por eso la Biblia nos insta en 2 Corintios 4:18 a fijarnos en aquellas cosas que son eternas. En otras palabras, para tener nuestro nombre escrito en el libro de la vida en el Cielo, debemos buscar primero el Reino de Dios y Su justicia. Cuando lo hagamos, entonces se nos dará lo que no hemos pedido, porque el Padre Celestial sabe lo que necesitamos antes de que lo pidamos.

Deja que estas palabras de Jesús te animen a buscar el reino de Dios y Su justicia, más que la fama y el reconocimiento terrenal, porque es en el Cielo donde tu nombre está escrito para siempre.

LO QUE ES DE DIOS

Esta instrucción de Jesús nos recuerda que hagamos lo que hagamos en esta tierra, sea lo que sea con lo que nos encontremos y lo que sea que se nos presente, nada debe apartar nuestro corazón de Dios. Diferentes responsabilidades, desafíos y presiones pueden pelear por llamar nuestra atención, pero nada debe tomar el lugar de Dios en nuestro corazón, porque nuestro corazón le pertenece a Él.

PERMITE QUE EL ESPÍRITU SANTO TE GUÍE

Cuando prestamos atención a la Palabra de Dios, viéndola no como una palabra ordinaria sino como la Palabra de Dios, entonces nuestra mente será renovada y nuestro corazón comenzará a desear las cosas de arriba. Debemos estar espiritualmente inclinados a descubrir las cosas espirituales.

EL HUERTO DE LA DECISIÓN

En el huerto del Edén, un lugar de placer, un lugar de abundancia, un lugar de intimidad con Dios, Adán desobedeció.
En el huerto de Getsemaní, un lugar de dolor, un lugar de tristeza, un lugar de sufrimiento donde delante de Él estaba el peso de los pecados del mundo y el rechazo de Dios, Jesús obedeció.