Racine
DE SENEGAL A PARÍS
«A dónde vas, solo tendrás a Dios». En la noche del 13 de septiembre de 1980 mientras atravesaba por última vez la puerta de mi casa familiar en Dakar, Senegal, mi padre, El hadj Djibril Bousso, un devoto y respetado musulmán me dijo esas palabras. Palabras que jamás olvidaré. Aquellas palabras fueron proféticas. A la edad de 23 años, deje mi hogar en Senegal y viví en Francia por 22 años.
Crecí en silencio y determinado donde los libros eran mis amigos. Después de haber sido el último de la clase de sesenta y cuatro alumnos con tan solo 11 años de edad, me empeñé en mis estudios y en 1980, doce años después, me gradué con honores en el Instituto de Tecnología de la Universidad de Dakar. Me ofrecieron una beca para continuar mis estudios en una muy-prestigiosa escuela francesa de negocios llamada Sup de Co Rouen. Llegue a Francia sin conocer a nadie y después de tres años exitosos en la academia, me gradué y obtuve un título en gerencia de recursos humanos. De forma simultánea, cursé un entrenamiento especializado en proyectos y programación computacional.
Entonces, decidí inscribirme en un programa de formación para graduarme como contador público y trabajé en una firma francesa de contabilidad y auditorias donde ofrecía servicios contabilidad y análisis financiero. Para ese entonces, en 1986, estaba en auge el uso de computadoras personales en las compañías. La compañía me pidió que abriera una nueva división especializada en contabilidad, almacenamiento, nóminas y distribución financiera de software que incluía formación in situ. Seis años después, terminé por crear mi propia compañía de asesorías financieras para ayudar a pequeñas unidades de negocio a obtener un sistema computarizado de gestión contable y financiera al utilizar un software de negocios. En 1999, el director general de una compañía con sede en París se me acercó y me ofreció que trabajara con ellos como director financiero, puesto que ocupé hasta que deje Francia para seguir al Profeta T.B. Joshua.
MI ENCUENTRO CON JESUCRISTO
El domingo, 21 de agosto de 1994, estando en mi pequeño apartamento en el distrito trece de París y durante un terrible periodo de mi vida, Jesús se me reveló a Sí mismo en un encuentro personal. Ese encuentro cambió mi vida para siempre. Después de experimentar catorce años de una vida refinada en Francia, mi situación cambio de repente, convirtiéndose en soledad y en un fracaso catastrófico. Lo había perdido todo y estaba solo, sin esperanza y sin solución humana. Estaba solo en mi habitación, sumido en una profunda confusión y depresión, sin nadie a quien recurrir. Me sentía como el hombre del estanque de Betesda, aquel a que Jesús fue a buscar a propósito para sacar de su situación desesperante.
Ese domingo, 21 de Agosto de 1994, clamé a Dios: «¡Mi Dios, mi Dios, por favor, ayúdame!» Sin embargo, el clamor de mi corazón pidiendo ayuda a mi Dios fue escuchado por Aquel a quien nunca había conocido, pues había sido musulmán desde mi nacimiento. Jamás había conocido a Jesucristo pero Él me conoció desde que estaba en el vientre de mi madre.
Esa misma tarde, conocí a una mujer en la calle, era una extraña para mí. Ella empezó a hablarme sobre Jesucristo y le respondí, «lo conozco, soy musulmán y Él es un profeta». Ella no insistió pero me regaló una copia de la Biblia. Esa noche, al estar en mi cama tome la Biblia y un pequeño folleto cayó. Al tomarlo lo empecé a leer y vi en aquellas palabras una fotografía de mi vida y mi búsqueda de la verdad. De repente, sentí una sensación cálida sobre mis pies, como si una manta se extendiera sobre todo mi cuerpo. La sentí desde mis pies hacia mis piernas, luego hacia mi pecho hasta que cubrió mi cuerpo entero. Sentí una paz extraordinaria y lágrimas calientes empezaron a salir de mis ojos. No eran lágrimas de dolor, sino de una paz extrema. Solo decía: «Gracias, gracias» a una Persona invisible que estaba conmigo. Supe en mi corazón que era Jesús.
Dormí como un bebé y me desperté con una paz nueva. Todo el temor y ansiedad habían desaparecido de manera milagrosa. Le dije: «Por todo lo que has hecho por mí, cada viernes oraré y ayunaré para agradecerte porque sé que fuiste crucificado un viernes». Empecé a visitar todas las catedrales católicas de París para conocerle. Cada día visitaba la Basílica del Sagrado Corazón hasta las 11 p. m. cuando estaban a punto de cerrarla. Mi búsqueda para conocer a Jesús alcanzó casi los cuatro años.
GUIADO POR UN SUEÑO
En 1998 me enfrenté a la elección entre mi fe o mi pareja. Cuando elegí mi fe, me quedé en la calle, solo, en una Navidad, el viernes 25 de diciembre de 1998, sin ningún lugar a donde ir. Estaba en un pueblo remoto al sur de Francia y mientras caminaba, llegue a un hotel. Entré a una habitación y dormí. Tuve un sueño en el que me vi como un bebé frente a una gran montaña, estaba utilizando pañales y miraba a un hombre negro que tenía barba y él me miraba con una sonrisa. No podía hablar pero quería que me llevara en sus manos y me dejara en la cima de la montaña, porque él era tan grande como la montaña. La visión fue tan real que empecé a preguntarme en dónde encontraría a este hombre. En enero de 2002, cuatro años después, fui invitado a una reunión de oración en la iglesia en París para ver unos sorprendentes videos de milagros de sanidad de un hombre conocido como «El hombre de la Sinagoga», su nombre era Profeta T.B. Joshua. Aunque despertó mi curiosidad, no conecté de inmediato a este hombre con el sueño que tuve en 1998. El pastor de esa iglesia me pidió que lo ayudara a obtener una invitación para que visitara La SCOAN. Desde mi escritorio en mi despacho, envíe un mensaje en su nombre y para la gran alegría de mi pastor, la invitación para su visita había llegado una semana después.
Estaba trabajando como director financiero en dos compañías en el primer distrito de París. Una semana antes de que mi pastor viajara a Nigeria me pregunto, «¿Por qué no vienes con nosotros?». Tuve que desistir porque el mes de febrero es un mes concurrido debido a los reportes financieros y fiscales en Francia. Esa semana, el director general de la compañía entró a mi despacho para una corta discusión y le dije que quería viajar a Nigeria, él respondió, «¿Qué?» Y le dije, «¡Sí! Quiero visitar a un profeta». Me dijo que estaba, por completo, fuera de mis cabales pero de modo sorprendente, él salió de mi despacho solo para regresar con un cheque a fin de pagar mi tiquete hacia Nigeria.
Cuando entré a las instalaciones de La SCOAN en febrero de 2002, vi una fotografía del Profeta T.B. Joshua y mi corazón saltó: era el mismo hombre que había visto en mis sueños años atrás. El día que iba a regresar a Francia, estábamos en el servicio dominical. El Profeta T.B. Joshua interrumpió el servicio solo para atenderme. En su despacho, algo ocurrió. Él extendió su mano para darme una promesa Bíblica, pero no podía moverme. Había sido golpeado por un maravilloso poder. Me preguntó, «¿Qué haces en tu vida?», le respondí que era un contador público y que era el director financiero en una compañía francesa. Me dijo que Dios tenía un poderoso plan para mi vida y que debía regresar para ser entrenado bajo su guía , pues Dios haría de mí un gran hombre de Dios. Tras mi regreso a París, tuve una serie de sueños sobre el profeta y un día Dios me mostró en una visión el mapa de África con Nigeria que latía como un corazón. Me resistí a las visiones hasta que en mayo decidí pedir un permiso por un mes para ir a Lagos y decidirme en definitiva.

EL CRECIMIENTO EN DIOS
A finales del mes de junio, el día de mi regreso a Francia, tomé la decisión de marcharme de Francia para seguir la dirección del llamado de Dios en mi vida y para la realización del sueño que Dios me había dado en 1998. El 16 de julio de 2002, después de veintidós años salí de Francia en definitiva, renuncié a mi trabajo y llegue a Nigeria un día antes de mi cumpleaños en julio 17. Un nuevo capítulo de mi vida había iniciado.
Por los últimos diecinueve años fui entrenado, enseñado, disciplinado y guiado por el Profeta T.B. Joshua en la escuela del Espíritu Santo. Así como nuestro mentor nos enseñó: «Si quieres llegar a ser la persona de Dios, debes seguir Su proceso». Sabía que ninguno de nosotros había venido a quedarse con el Profeta T.B. Joshua por voluntad propia sino para llevar nuestra cruz y revestirnos del carácter de Cristo. Nos dijo una y otra vez que la unción no obra a través de planes, métodos o maquinaria sino a través de hombres idóneos y para ser idóneos tienes que pasar por el proceso de Dios. Ser fundido, remodelado y llenado. Ese fue el propósito del entrenamiento, corrección, amor y enseñanza del discipulado. Él nos dijo: «Quiero reproducirme, quiero que hagan cosas mayores de las que estoy haciendo».
Al leer sus notas, leemos su vida. En las reuniones nos enseñó lo que se requiere para ser un líder en Cristo. Ser entrenados para que podamos entrenar a otros, ser enseñados para que podamos enseñar a otros. «Solo puedes edificar tu carácter en un lugar en el que puedas ser corregido. Nuestro carácter es el que mantiene a nuestro trabajo. Nuestro carácter es el patrón. Son los dividendos del carácter los que producen la obra de Dios» (Reunión con discípulos, 21 de enero de 2012).
La transformación de mi vida se hizo radical mientras crecía en el conocimiento profundo y carácter de Cristo. Desde mi niñez, había sido un hombre taciturno pero Dios obró un milagro en mi vida. Empecé a predicar ante la congregación y después me uní al grupo de los maestros evangélicos. En el 2004, me uní a los profetas junior, oraba por los enfermos y empezaba a experimentar el milagroso poder de sanidad y liberación de Dios bajo el mentoreo del Profeta T.B. Joshua para aliviar a los enfermos y oprimidos. En el 2010, fui parte de los hombres sabios que operaban en un nivel más alto de unción. Dios es tan fiel que en el 2018 tuve la gracia especial de ser parte de los cinco primeros profetas con una unción más profunda, todavía bajo el mentoreo del Profeta T.B. Joshua hasta su partida al Cielo el 5 de Junio de 2021.
Dios se lo llevó de forma inesperada y de repente el 5 de junio de 2021. Para mí, fue como el caso de Enoc a quien Dios se lo llevó porque era agradable a Él. Muy temprano en la mañana del 5 de junio, después de las 4 a. m. el profeta me llamó y hablamos por teléfono cuarenta y un minutos. Era la primera vez que él me llamaba por tanto tiempo. Durante mi oración a las 6 a. m. en la montaña de oración, recibí su llamada de nuevo a las 6:21 a. m. Me pidió que viniera a verlo. Él estaba orando y estaba vestido de una manera que nunca lo había visto, como un corredor, con una camiseta deportiva y zapatillas de correr. Fue después, en la tarde que comprendí su significado. Él estaba terminando su carrera. Ese último día, antes de que él saliera a su servicio final el sábado, 5 de agosto, me envió a predicar. Después de dar mi mensaje, lo llamé para dejarle saber que había terminado. Durante su vida, esa fue mi última asignación bajo su mentoreo. Después de un rato, él salió, habló brevemente y dijo que era el tiempo para regresar a casa después del servicio. Aquellas extrañas palabras retumbaron en mi corazón. Cuando pasó a mi lado, algo estremeció mi corazón porque un suceso estaba a punto de ocurrir. En menos de una hora, él se encontraba en el Cielo.
Fue el golpe más duro de mi vida, todo era como un sueño. El hombre que me adoptó espiritualmente ya no estaba más aquí. Su partida conmocionó a la comunidad cristiana mundial. Nuestra fe entró en modo de supervivencia. Nuestra confianza hacia la dirección de Dios había sido desafiada de una manera única. Solo podía correr más cerca de Dios. Mi corazón hecho carne viva por el profundo dolor, fue de repente sensible a la Verdad eterna. Una fortaleza inusual llegó y sentí la Mano invisible de Dios durante nuestra prueba. Supe que era la voluntad de Dios, y en lugar de reaccionar de forma emocional, el único camino era seguir la senda de la fe y la humildad.
Las palabras de mi mentor dadas en una reunión del 2015 resonaban en mi corazón: «Tu tiempo aquí es más bendecido cuando el maestro no está que cuando el maestro está presente. Hay un Maestro al que no puedes ver». El tiempo de marchar con Dios se había terminado; era el tiempo de marchar para Dios (Juan 14:17).




EL AMOR DEL CORAZÓN
Nunca me habría imaginado, ni por un segundo, que en medio del mayor desafío de mi fe cristiana un profundo amor por una mujer podría brotar y permanecer. He leído la Biblia muchas veces y con frecuencia me topaba con el Libro de Rut, sin sospechar que un día se haría una realidad en mi vida: hoy aquel Libro de la Biblia que he leído tantas veces se ha cumplido en mi vida.
Nadie tiene espacio en su corazón para deseos lujuriosos o carnales en medio del duelo por un padre precioso y amoroso. Sin embargo, fue en agosto del 2021 que una revelación de Dios iluminó mi corazón ratificándola con las Escrituras en el Libro de Rut. El amor del corazón empezaba a brotar desde lo profundo de mi interior: de manera inconsciente e incontrolable. Cuanto más oraba al respecto, las Escrituras me apuntaban cada vez más hacia una de las evangelistas: Ruth. Muchas veces resistí aquella revelación, oraba al respecto y en lo intelectual trataba de barrer la idea bajo la alfombra de las diferencias. Pero cada intento en reprimirla, la hacía cada vez más profunda como si tratara de barrer un suelo inundado por un grifo que rehusaba cerrarse.
Pensé que se trataba de una experiencia temporal unilateral. No esperaba que Ruth estuviera experimentando lo mismo y al mismo tiempo hasta el día en que ella me dijo que había tenido un sueño y que se había resistido en contármelo. Le dije que debía escuchar su corazón. De repente, me contó el sueño que había tenido sobre mí. Ella no sabía que temprano en la mañana de ese mismo día, había tenido una revelación acerca de ella. Por primera vez en mi vida experimenté a lo que la Biblia llama un acuerdo de corazón. Fue como si un velo se hubiera removido y empecé a entender porque siempre había existido un nivel de profundo respeto mutuo y una facilidad de entendimiento entre nosotros. .

Nuestro mutuo amor comenzó en nuestro corazón, se hizo tan profundo, natural y fue sellado por la fe en el eterno Dios del destino cuando me casé con Ruth el 14 de febrero de 2022. Aprendí una gran lección. El tipo de amor de Dios no es razonable, brota con espontaneidad y sin pretensiones desde la verdadera fuente del amor: el corazón humano. La vida jamás cierra por completo la puerta a la oportunidad. Nada es demasiado tarde o imposible, siempre y cuando Dios esté involucrado. Para el amor del corazón no existe el color, la edad ni el pensamiento. El amor terrenal jamás ignora el razonamiento antes que la decisión pero el amor del corazón ve más allá del razonamiento. Solo sigue un camino: la paz de corazón que emana de Cristo.
Nuestra fe en Jesucristo y la paz del Espíritu Santo han sellado nuestra unión para un destino mutuo. Con la misión de Cristo en primer lugar en nuestra mente, hemos iniciado el mismo viaje que emprendieron Abraham y Sarah, Booz y Rut y cada uno de los hogares Cristianos.
Se dice que vivimos la vida hacia adelante pero la entendemos hacia atrás. Ahora, al mirar hacia atrás en mi vida, en verdad, puedo decir que es un milagro. Continúo al seguir la poderosa visión que Dios me ha dado para mi vida y puedo ver Su mano dirigiendo cada paso mientras inauguramos La Universidad de Dios el 19 de junio de 2022.
