«Venid, adoremos y postrémonos; Arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor. Porque él es nuestro Dios; Nosotros el pueblo de su prado, y ovejas de su mano».


(Salmos 95:6-7)

¿Te has arrodillado hoy para adorar a Dios? Puede ser que tu cuerpo este arrodillado, pero la verdadera pregunta es, ¿está de rodillas tu corazón? A menos que seamos humildes, no nos postraremos ante Jesús. Nuestro problema no está lejos del fracaso al reconocer nuestra posición ante Dios.

El objeto de nuestra fe es Dios. Porque Dios es bueno, puedo traer mis peticiones a Él, compartir mis inquietudes con Él y echar mis preocupaciones sobre Él, reconociendo que Él es Dios y no yo; que Él es el Padre y yo sólo soy un niño; que Él es el Pastor y yo soy una oveja extraviada.

Jesús dijo en Juan 10:27: «Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna». Otros pastores pueden estar adormecidos y dormidos, pero nuestro Pastor nos guarda de día y de noche (Salmo 121:4). Si reconoces que has estado alejándote del Pastor, debes saber que Jesús vino a causa de ti. Acepta tu condición de oveja extraviada y permite que Jesús te lleve a casa.

El único lugar seguro para una oveja es al lado de su Pastor, porque el diablo no le teme a las ovejas; él solo le teme al Pastor. Por eso, nuestra seguridad consiste en estar cerca al Pastor. Permanece cerca de Jesús y reconoce Su voz.

ASEGURA TU CORAZÓN

Una casa construida sobre la roca permanece para siempre.
Por la fe, comenzamos a ver no a nuestras debilidades sino a creer que tenemos la justicia de Dios en Cristo Jesús. La justicia es la posición correcta delante de Dios. En Su presencia, tu corazón está seguro.

RENUEVA TU ESPÍRITU

A pesar de cuidar mucho nuestro aspecto físico, muchos de nosotros estamos desanimados, frustrados, temerosos, enojados, amargados y ofendidos en nuestro interior, y eso se manifiesta en nuestras palabras y en nuestro comportamiento, por mucho que intentemos ocultarlo. ¿Por qué? Porque nuestro corazón no está limpio y nuestra mente no está renovada.

CONDENADO POR TU CONCIENCIA

A menudo, la reprensión más fuerte es la que viene de nuestro interior. Porque los motivos de nuestro corazón no se pueden ocultar, y nadie nos conoce mejor que nosotros mismos. Por eso, si somos condenados por nuestra conciencia, hay esperanza para nosotros.