«Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo». Apocalipsis 3:19-20

Todos queremos un encuentro con el Proveedor de la sanidad, la bendición y la liberación, pero muchos de nosotros elegimos ignorar la verdad de que es el arrepentimiento lo que abre la puerta para que Dios entre. En esta vida, nada bueno sucede sin disciplina. Pero se necesita la madurez que viene de la fe para entender que Dios trabaja a través de las circunstancias de la vida y puede usar cualquier cosa para disciplinarnos, si nos desviamos del camino. Desde este punto de vista, las pruebas, las tribulaciones y las dificultades pueden convertirse realmente en nuestros amigos, pues nos obligan a reconciliar nuestro corazón con Dios y a someternos a su voluntad.

El rey David, un hombre conforme al corazón de Dios, comprendió esta verdad cuando, en lugar de tomar represalias y castigar a Simei por haberlo maldecido, dijo a sus hombres, « Dejadle que maldiga, pues Jehová se lo ha dicho. Quizá mirará Jehová mi aflicción, y me dará Jehová bien por sus maldiciones de hoy». 2 Samuel 16:11-12





David sabía que la forma en que respondemos a nuestra disciplina le importa a Dios, porque Dios pone a prueba nuestros corazones para recompensarnos. Nuestra respuesta a la corrección determina nuestro futuro en Cristo. La humildad acoge la corrección como una bendición y responde con el ajuste correcto del corazón hacia la rectitud y abre la puerta de la misericordia y el favor. El orgullo desprecia y rechaza la corrección y responde con una actitud rebelde del corazón y desencadena el juicio.



Santiago 2:13


dice que la misericordia triunfa sobre el juicio. Necesitamos comprender mejor el corazón de Dios hacia nosotros. Él quiere lo mejor para nosotros y nada bueno sucede sin corrección. Dios es nuestro Padre y nos ama demasiado como para dejarnos sin corrección. Está a la puerta de tu corazón, llamando. Deja que tu arrepentimiento abra la puerta.

ASEGURA TU CORAZÓN

Una casa construida sobre la roca permanece para siempre.
Por la fe, comenzamos a ver no a nuestras debilidades sino a creer que tenemos la justicia de Dios en Cristo Jesús. La justicia es la posición correcta delante de Dios. En Su presencia, tu corazón está seguro.

RENUEVA TU ESPÍRITU

A pesar de cuidar mucho nuestro aspecto físico, muchos de nosotros estamos desanimados, frustrados, temerosos, enojados, amargados y ofendidos en nuestro interior, y eso se manifiesta en nuestras palabras y en nuestro comportamiento, por mucho que intentemos ocultarlo. ¿Por qué? Porque nuestro corazón no está limpio y nuestra mente no está renovada.

CONDENADO POR TU CONCIENCIA

A menudo, la reprensión más fuerte es la que viene de nuestro interior. Porque los motivos de nuestro corazón no se pueden ocultar, y nadie nos conoce mejor que nosotros mismos. Por eso, si somos condenados por nuestra conciencia, hay esperanza para nosotros.