« ¿Por qué he de temer en los días de adversidad?



Cuando la iniquidad de mis opresores me rodeare?
Los que confían en sus bienes,
Y de la muchedumbre de sus riquezas se jactan,
Ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano,
Ni dar a Dios su rescate
(Porque la redención de su vida es de gran precio,
Y no se logrará jamás),
Para que viva en adelante para siempre,
Y y nunca vea corrupción.





Pero Dios













redimirá mi vida del poder














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del Seol,






Porque Él me tomará consigo».





Salmo 49:5-9, 15



¿Cuál es el valor de la vida humana? No importa cuántas riquezas poseamos, o cuántas posesiones tengamos en esta vida, nunca jamás podremos tener lo suficiente para ser dueños de nuestra alma. Sólo Dios es quien determina el principio y el fin de la vida, y sólo Él puede redimir nuestra alma, para darnos la vida eterna.

Jesús nos dice en Mateo 10:28,«Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno».

Dios sabe que el hombre tiene un alma viviente, por lo tanto el gozo, la alegría, la paz que Él proveyó es para la vida, la vida eterna. ¿Has recibido el don de la vida eterna?


En la Cruz del Calvario, se pagó un precio, el justo por los injustos, la justicia por la injusticia. No hubo paz sino por la sangre de Jesús en la Cruz. Era una deuda que no se podía pagar en vida. El venció a la muerte por nuestro bien y Su propósito es llevarnos al Padre en el Cielo.

En todo lo que hagamos mientras estemos en esta tierra, recordemos las palabras de Jesús en Mateo 16:26,: «Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?».

LO QUE ES DE DIOS

Esta instrucción de Jesús nos recuerda que hagamos lo que hagamos en esta tierra, sea lo que sea con lo que nos encontremos y lo que sea que se nos presente, nada debe apartar nuestro corazón de Dios. Diferentes responsabilidades, desafíos y presiones pueden pelear por llamar nuestra atención, pero nada debe tomar el lugar de Dios en nuestro corazón, porque nuestro corazón le pertenece a Él.

PERMITE QUE EL ESPÍRITU SANTO TE GUÍE

Cuando prestamos atención a la Palabra de Dios, viéndola no como una palabra ordinaria sino como la Palabra de Dios, entonces nuestra mente será renovada y nuestro corazón comenzará a desear las cosas de arriba. Debemos estar espiritualmente inclinados a descubrir las cosas espirituales.

EL HUERTO DE LA DECISIÓN

En el huerto del Edén, un lugar de placer, un lugar de abundancia, un lugar de intimidad con Dios, Adán desobedeció.
En el huerto de Getsemaní, un lugar de dolor, un lugar de tristeza, un lugar de sufrimiento donde delante de Él estaba el peso de los pecados del mundo y el rechazo de Dios, Jesús obedeció.