«’Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd». Mateo 17:5)

La misión de Jesús en la tierra era predicar las Buenas Nuevas del Reino de Dios. Las señales y prodigios que hizo fue para que la gente creyera en Sus palabras. Cada palabra de Jesús es espíritu y vida. ¿Lo estás escuchando?

Muchos durante Su ministerio terrenal solo escucharon Sus palabras pero no escucharon verdaderamente con sus corazones, porque no entendieron que Dios les estaba hablando.

Si sabes que es Dios quien te habla, no te será difícil actuar según Su Palabra.

Hay verdad en la Palabra de Dios, pero si no dedicas tiempo a averiguar la verdad, nunca llegarás al conocimiento de la Verdad. Cuando Dios habla, los sabios escuchan. Proverbios 4:20-27, Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón; Porque son vida a los que las hallan,Y medicina a todo su cuerpo.

Dedica tiempo a escuchar a Jesús.

ASEGURA TU CORAZÓN

Una casa construida sobre la roca permanece para siempre.
Por la fe, comenzamos a ver no a nuestras debilidades sino a creer que tenemos la justicia de Dios en Cristo Jesús. La justicia es la posición correcta delante de Dios. En Su presencia, tu corazón está seguro.

RENUEVA TU ESPÍRITU

A pesar de cuidar mucho nuestro aspecto físico, muchos de nosotros estamos desanimados, frustrados, temerosos, enojados, amargados y ofendidos en nuestro interior, y eso se manifiesta en nuestras palabras y en nuestro comportamiento, por mucho que intentemos ocultarlo. ¿Por qué? Porque nuestro corazón no está limpio y nuestra mente no está renovada.

CONDENADO POR TU CONCIENCIA

A menudo, la reprensión más fuerte es la que viene de nuestro interior. Porque los motivos de nuestro corazón no se pueden ocultar, y nadie nos conoce mejor que nosotros mismos. Por eso, si somos condenados por nuestra conciencia, hay esperanza para nosotros.