«Y si invocáis por Padrea aquel que sin acepción de personas juzgasegún la obra de cada uno,conducíos en temor todo el tiempode vuestra peregrinación» 1 Pedro 1:17

El temor reverente de Dios es el entendimiento de que a Dios le pertenece el mañana. Y si Él es tu Padre, un día regresarás a Él y entonces descansarás en Él.

Como hijo de tu Padre Celestial, hay una promesa para ti en Isaías 43:1 de que has sido redimido por Dios, que Él te llamó por tu nombre y eres Suyo. ¿Qué significa pertenecer a Dios? Una vez que Cristo nos compró con Su Sangre, nos convertimos en extranjeros aquí en la tierra y habrá una barrera entre nosotros y todo lo que hay en este mundo. ¿Qué significa esto?

Que, como canal de amor, obediencia y humildad, eres un siervo de Cristo y un extranjero en este mundo. Esto se debe a que somos seres espirituales viviendo en un cuerpo físico, aprendiendo a vivir en un mundo natural dominado por satanás.

«Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma» 1 Pedro 2:11

La única manera en que puedes decir no al pecado y sí a la justicia es cuando sometes tu voluntad a la voluntad de Dios, verdaderamente te conviertes en un siervo de Cristo y en un extranjero aquí en la tierra. No dirías lo que Jesús no querría oír, no irías donde Jesús no sería bienvenido, donde el amor, la obediencia, la humildad no serían bien recibidos.

Ayúdame, Señor, a alejarme de aquello que tiene el poder de alejarme de Ti, ¡en el nombre de Jesús!

ASEGURA TU CORAZÓN

Una casa construida sobre la roca permanece para siempre.
Por la fe, comenzamos a ver no a nuestras debilidades sino a creer que tenemos la justicia de Dios en Cristo Jesús. La justicia es la posición correcta delante de Dios. En Su presencia, tu corazón está seguro.

RENUEVA TU ESPÍRITU

A pesar de cuidar mucho nuestro aspecto físico, muchos de nosotros estamos desanimados, frustrados, temerosos, enojados, amargados y ofendidos en nuestro interior, y eso se manifiesta en nuestras palabras y en nuestro comportamiento, por mucho que intentemos ocultarlo. ¿Por qué? Porque nuestro corazón no está limpio y nuestra mente no está renovada.

CONDENADO POR TU CONCIENCIA

A menudo, la reprensión más fuerte es la que viene de nuestro interior. Porque los motivos de nuestro corazón no se pueden ocultar, y nadie nos conoce mejor que nosotros mismos. Por eso, si somos condenados por nuestra conciencia, hay esperanza para nosotros.