«No tengan deudas pendientes con nadie a no ser la de amarse unos a otros. De hecho, quien ama al prójimo ha cumplido la Ley». Romanos 13:8


Amar a los demás no es sólo un buen estilo de vida; para los hijos de Dios, para aquellos cuyos ojos están abiertos a la verdad, es una obligación y un mandamiento. La verdad es que tenemos una enorme deuda de amor.


¿Sabes que eres deudor ante Dios? Necesitamos conocer nuestra verdadera posición: todos somos deudores, por ser pecadores. El pecado es una deuda ante Dios Todopoderoso, de hecho algunos pecadores son más deudores, pero una cosa está clara, sea mayor o menor la deuda, es mucho más grande de lo que somos capaces de pagar. Jesús fue entregado por nuestra salvación. Un rescate fue pagado, justos por injustos, justicia por injusticia. Fue Su sangre la que estableció la paz en la Cruz. Era una deuda que no podía ser pagada en la vida de una persona.





«Él pagó la deuda que no debía.


Yo debía una deuda que no podía pagar.


Necesitaba a alguien que lavara mis pecados.


Ahora puedo cantar una nueva canción, asombrosa gracia.


El Señor Jesús pagó la deuda que yo nunca podría pagar»

La voluntad de Dios es que recuerdes que has pecado y que has sido perdonado, porque es ese recuerdo el que crea en ti un corazón misericordioso y compasivo hacia los demás. Amar a tu enemigo es siempre irrazonable hasta que te das cuenta de que tú mismo eras enemigo de Dios antes de que Él te perdonara. Tenemos una deuda de amor con todas las personas. No seas como el siervo malagradecido de Mateo 18:21-35, que estaba cegado ante su verdadera posición y se negó a perdonar a los demás cuando a él se le había perdonado tanto.


Decídete hoy a amar a los que no te aman, a perdonar a quienes te han hecho daño, porque al hacerlo estás pagando la deuda del amor.

ÉL TE DARÁ AQUELLO QUE NO HAS PEDIDO

«Y le dijo Dios: Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, sino que demandaste para ti inteligencia para oir juicio, he aquí lo he hecho conforme a tus palabras; he aquí que te he dado corazón sabio y entendido, tanto que no ha habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú». 1 Reyes 3:11-12
A Dios le agradó que Salomón pidiera sabiduría divina para llevar a cabo la tarea que Dios le había encomendado en lugar de riquezas terrenales o fama, y le bendijo más de lo que podía imaginar.
Del mismo modo, Dios pone a prueba nuestros corazones para recompensarnos, para ver lo que verdaderamente buscamos.

ESCRITO EN EL CIELO

«Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos». Lucas 10:20
Cuando los setenta y dos discípulos regresaron con alegría de su misión, Jesús les advirtió que la fuente de su gozo no debía provenir de los resultados visibles del poder del Espíritu, sino del mismo Espíritu Santo, quien nos ha sellado para Cristo y ha escrito nuestro nombre en el Cielo.

REVÍVEME

«Mientras tengas el don de la vida, asegúrate de que tu espíritu revive y esto es algo que sólo el Espíritu de Dios puede hacer a través de Su Palabra, que es espíritu y vida (Juan 6:63).

* ¡Oh Espíritu Santo, aliento de Dios, insufla en mí el aliento de Dios!
* ¡Oh Espíritu Santo, por quien fueron creadas todas las cosas, crea en mí una vida nueva, un nuevo comienzo!».