«Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón».
Salmo 37:4
Cuando algo nos gusta, no luchamos por enfocarnos en eso. Nos entregamos a eso con entusiasmo hasta quedar satisfechos. Le dedicamos todo nuestro corazón y nuestra mente y lo perseguimos. Una lección de la vida nos enseña que no podemos alcanzar lo que no estamos dispuestos a perseguir. Una decisión del corazón trae consigo una nueva idea, un nuevo camino: Este es el camino del corazón. Una decisión del corazón trae consigo una voluntad genuina de perseguir o lograr algo. Uno de los factores decisivos entre el fracaso y el éxito es la falta de determinación. Cuando estamos decididos a alcanzar algo, estamos dispuestos a pagar cualquier precio para lograr nuestro objetivo. Cuando queremos conseguir algo más grande que nosotros mismos, nuestro compromiso se expande. Cuando aspiramos alto, necesitamos determinación para llegar a lugares inalcanzables. Aquí radica la conexión entre nuestro enfoque y nuestra voluntad.
¿Deseamos crecer espiritualmente? ¿Estamos deseosos de las cosas de arriba? Si es así, entonces nuestro corazón y nuestra mente deben inclinarse hacia eso. Porque donde está tu tesoro, allí estará tu corazón. (Mateo 6:21)
Cuando prestamos atención a la Palabra de Dios, viéndola no como una palabra ordinaria sino como la Palabra de Dios, entonces nuestra mente será renovada y nuestro corazón comenzará a desear las cosas de arriba. Debemos estar espiritualmente inclinados a descubrir las cosas espirituales.
Descubrir es para los que miran más allá, no para los que solo miran. Dios no quiere que vayamos por el camino equivocado como Balaam (Números 22). Él quiere pastorearnos a una tierra de paz de corazón y contentamiento. Tenemos que permitírselo. Dios permite que expresemos lo que pensamos; por eso nos dio criterio; Él está esperando que le permitas guiarte. Escúchalo.
Salmo 32:9 «No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, Que han de ser sujetados con cabestro y con freno, Porque si no, no se acercan a ti.».
El Espíritu Santo es nuestro guía en las cosas profundas de Dios: Él quiere ayudarte, enseñarte y bendecirte con conocimiento y entendimiento espiritual.