«Pero Jesús, luego que oyó lo que se decía, dijo al principal de la sinagoga: No temas, cree solamente». Marcos 5:36:

 

La mente que no está renovada siempre está librando una guerra contra la incredulidad. Así es como confesamos fe en la Palabra de Dios pero la negamos en la acción. La verdad es que no podemos entender a Dios con nuestra mente natural. Debemos dejar de intentar creer en Dios: la fe es natural, es espontánea. Cuando ves la obra de Dios a tu alrededor, cuando ves lo que Dios ha hecho en tu vida, crees espontáneamente por quien es Él. Para creer verdaderamente, tu mente necesita ser renovada con la Palabra de Dios.

 

¿Qué estás enfrentando hoy? ¿Estás batallando contra el temor, la duda, el enojo, la depresión y la tentación? No tenemos otro refugio que no sea este mandamiento de Jesús: «Solo cree». Puede que algunos planes humanos o tu mente, es decir, lo que ves a tu alrededor, tu situación o el ambiente en el que estás se interponga entre ti y la Palabra de Dios pero descansa en lo que Dios dice «Si puedes creer, al que cree todo le es posible» (Marcos 9:23).

 

La pregunta es: ¿En quién creemos? Si yo creo en ti, eso es diferente a creer en Dios. Él no es un hombre, Dios es Espíritu. Con el corazón creemos que Jesús es nuestra justicia. La fe no es una creación de los sentidos, de la razón o del intelecto sino del espíritu humano. En tu corazón, tú crees.

 

Si puedes creer, la preocupación y ansiedad se desaparecerán. Cuando verdaderamente creemos, nuestro corazón está tranquilo. Si nuestro corazón está inquieto e intranquilo, si tenemos miedo de esto y de aquello, eso demuestra que aún no hemos creído.

 

Así que día a día, permite que la Palabra de Dios renueve tu mente y que Su Espíritu renueve tu fuerza, porque no tenemos otro refugio más que este mandamiento de Jesús: «Solo cree».

ASEGURA TU CORAZÓN

Una casa construida sobre la roca permanece para siempre.
Por la fe, comenzamos a ver no a nuestras debilidades sino a creer que tenemos la justicia de Dios en Cristo Jesús. La justicia es la posición correcta delante de Dios. En Su presencia, tu corazón está seguro.

RENUEVA TU ESPÍRITU

A pesar de cuidar mucho nuestro aspecto físico, muchos de nosotros estamos desanimados, frustrados, temerosos, enojados, amargados y ofendidos en nuestro interior, y eso se manifiesta en nuestras palabras y en nuestro comportamiento, por mucho que intentemos ocultarlo. ¿Por qué? Porque nuestro corazón no está limpio y nuestra mente no está renovada.

CONDENADO POR TU CONCIENCIA

A menudo, la reprensión más fuerte es la que viene de nuestro interior. Porque los motivos de nuestro corazón no se pueden ocultar, y nadie nos conoce mejor que nosotros mismos. Por eso, si somos condenados por nuestra conciencia, hay esperanza para nosotros.