«…
Jehová
despertó el espíritu de
Ciro rey de los persas, el cual hizo pregonar de palabra y también
por
escrito, por todo su reino, diciendo:
Así dice Ciro, rey de los persas:
Jehová, el Dios de los cielos,
me ha
dado todos los reinos de la tierra; y él me ha encargado que le edifique
[i]
casa en Jerusalén, que está en Judá. Quien
haya
entre vosotros de todo su pueblo, sea
Jehová
su Dios
sea
con él, y suba».
2 Crónicas 36:22-23
A veces nuestras vidas están tan centradas en lo que nosotros mismos estamos atravesando: cómo nos va, cómo nos tratan, cómo es nuestra situación, que olvidamos que Dios no mira a las personas de la misma manera que nosotros. Él tiene el corazón de todos los hombres en Sus manos y puede utilizar a cualquier persona para llevar a cabo Su propósito.
Alguien que hoy ves como un aguijón en tu carne puede ser tu ayudador mañana, por eso el mañana es un misterio.
Cuando el pueblo de Israel le dio la espalda a Dios, Dios permitió que el templo planeado por David y construido por Salomón fuera destruido y Su pueblo llevado cautivo y generaciones más tarde, fue Ciro, el Rey de Persia, a quien Dios utilizó para ordenar que el templo fuera reconstruido, y Su pueblo liberado.
¿Ves la mano de Dios en la historia de tu vida? Cuando las cosas van bien, no debemos apresurarnos a atribuirnos la gloria a nosotros mismos y, cuando van mal, intentamos culpar a los demás.
Como hijos de Dios, por su gracia estamos donde estamos, somos quienes somos y lo que somos, y si no cumplimos su voluntad, las piedras gritarán para proclamar Su alabanza (Lucas 19:40-44). No hay nada creado por Dios que Él, no pueda ordenar, controlar e instruir.
Acudamos a Dios con humildad y permitámonos formar parte del plan de Dios no sólo para nosotros, sino para la humanidad. Cuando estamos sirviendo a un propósito más grande que nosotros mismos, nuestro compromiso, amor y fidelidad se expandirán, porque siempre debemos recordar que Dios puede usar a CUALQUIER PERSONA.