«Yo, la sabiduría, habito con la cordura, Y hallo la ciencia de los consejos.
El temor de Jehová es aborrecer el mal; La soberbia y la arrogancia, el mal camino, Y la boca perversa, aborrezco.
Conmigo está el consejo y el buen juicio; Yo soy la inteligencia; mío es el poder.
Por mí reinan los reyes, Y los príncipes determinan justicia.
Por mí dominan los príncipes, Y todos los gobernadores juzgan la tierra.






Yo amo a los que me aman, Y me hallan los que temprano me buscan.
Las riquezas y la honra están conmigo; Riquezas duraderas, y justicia.
Mejor es mi fruto que el oro, y que el oro refinado; Y mi rédito mejor que la plata escogida.




Por vereda de justicia guiaré, Por en medio de sendas de juicio,
Para hacer que los que me aman tengan su heredad, Y que yo llene sus tesoros».




Proverbios 8:12-21



¿Has escuchado el llamado de la sabiduría? Porque en verdad es Dios quien te habla. Los mayores errores en la vida, en las relaciones, en la toma de decisiones, ocurren por falta de sabiduría.

Si miramos hacia atrás en nuestro caminar, veremos que ignorar el llamado de la sabiduría nos costó mucho.

Porque podemos poseer tantas ventajas y bendiciones en este mundo, pero sin sabiduría, pueden ser mal administradas e incluso perdidas. Si tienes dinero sin sabiduría ese dinero te gastará a ti en vez de que tú lo gastes correctamente.
Jesús dijo en Lucas 7:35, «Mas la sabiduría es justificada por todos sus hijos». La sabiduría abraza la manera de hacer las cosas de Dios. La sabiduría quiere guiarte; escucha su voz porque hay caminos que al hombre le parecen buenos, pero su fin es la destrucción.

Es cierto que con el tiempo llega la experiencia, pero la sabiduría divina de Dios no conoce edad, ni raza, ni barrera o división. Hoy, toma la decisión de acudir al llamado de la sabiduría, y esto comienza con el simple entendimiento de que Dios es Dios y que debemos reverenciarlo.

Como creyentes de Cristo, necesitamos sabiduría para relacionarnos con aquellos que no son creyentes, pues nuestra vida sólo puede hablar a través del carácter de Cristo.

ASEGURA TU CORAZÓN

Una casa construida sobre la roca permanece para siempre.
Por la fe, comenzamos a ver no a nuestras debilidades sino a creer que tenemos la justicia de Dios en Cristo Jesús. La justicia es la posición correcta delante de Dios. En Su presencia, tu corazón está seguro.

RENUEVA TU ESPÍRITU

A pesar de cuidar mucho nuestro aspecto físico, muchos de nosotros estamos desanimados, frustrados, temerosos, enojados, amargados y ofendidos en nuestro interior, y eso se manifiesta en nuestras palabras y en nuestro comportamiento, por mucho que intentemos ocultarlo. ¿Por qué? Porque nuestro corazón no está limpio y nuestra mente no está renovada.

CONDENADO POR TU CONCIENCIA

A menudo, la reprensión más fuerte es la que viene de nuestro interior. Porque los motivos de nuestro corazón no se pueden ocultar, y nadie nos conoce mejor que nosotros mismos. Por eso, si somos condenados por nuestra conciencia, hay esperanza para nosotros.