«Como tú no sabes cuál es el camino del viento, o cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas». Eclesiastés 11:5

Desde la antigüedad, cuando los hombres caminaban por primera vez sobre esta tierra y maquinaban juntos para construir una enorme torre que alcanzara los Cielos, el hombre siempre ha intentado comprender mentalmente a Dios. Sin embargo, una y otra vez, la historia se repite hasta que se esclarece la verdad de que los caminos de Dios no son nuestros caminos, Sus pensamientos no son nuestros pensamientos.

Cuando deseamos venganza, Dios busca misericordia. Cuando alentamos el orgullo, Dios exalta a los humildes; mientras nos enfocamos en el exterior, Dios mira el corazón. Ese es el mayor misterio de todos: que el Dios que nos creó ahora ya no habita en templos construidos con manos humanas, sino dentro de nosotros por la fe en nuestro corazón. (Hechos 17:24)

Cada embrión es un milagro de vida divina, vida que comienza con el soplo de Dios, vida que un día llegará a su fin, y el espíritu volverá a Dios. El mañana es un misterio. Independientemente de lo que hayamos logrado o edificado hoy con nuestro esfuerzo o habilidad humana, ningún hombre puede saber por las señales o situaciones presentes lo que le depara el futuro. Porque sólo el presente nos pertenece y el mañana le pertenece a Dios. Sí, Dios ha elegido ocultarnos los acontecimientos futuros para que le reverenciemos. En Éxodo 3, Dios dijo a Moisés: «Yo soy el que soy». Esta es una expresión del misterio divino: Dios es Espíritu.

Puesto que Dios es Espíritu, ¿cómo podemos conocerlo? Puesto que Dios es Espíritu, ¿cómo podemos conocerle? Conocemos a Dios por la Palabra que El habla y la Palabra que El habla representa el deseo de Su corazón. Es la Palabra de Dios la que enseña al creyente cómo agradarle.

La Palabra de Dios nos dice claramente que el temor de Dios es el principio de la sabiduría. Este misterio sólo puede ser discernido por revelación. Tómate un momento para reflexionar sobre el misterio de Dios, y ora esta oración:

Señor Jesús, aumenta en mí el espíritu del temor de Dios, la reverencia por Tus caminos y el compromiso con Tu Palabra, en el nombre de Jesús.

ÉL TE DARÁ AQUELLO QUE NO HAS PEDIDO

«Y le dijo Dios: Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, sino que demandaste para ti inteligencia para oir juicio, he aquí lo he hecho conforme a tus palabras; he aquí que te he dado corazón sabio y entendido, tanto que no ha habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú». 1 Reyes 3:11-12
A Dios le agradó que Salomón pidiera sabiduría divina para llevar a cabo la tarea que Dios le había encomendado en lugar de riquezas terrenales o fama, y le bendijo más de lo que podía imaginar.
Del mismo modo, Dios pone a prueba nuestros corazones para recompensarnos, para ver lo que verdaderamente buscamos.

ESCRITO EN EL CIELO

«Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos». Lucas 10:20
Cuando los setenta y dos discípulos regresaron con alegría de su misión, Jesús les advirtió que la fuente de su gozo no debía provenir de los resultados visibles del poder del Espíritu, sino del mismo Espíritu Santo, quien nos ha sellado para Cristo y ha escrito nuestro nombre en el Cielo.

REVÍVEME

«Mientras tengas el don de la vida, asegúrate de que tu espíritu revive y esto es algo que sólo el Espíritu de Dios puede hacer a través de Su Palabra, que es espíritu y vida (Juan 6:63).

* ¡Oh Espíritu Santo, aliento de Dios, insufla en mí el aliento de Dios!
* ¡Oh Espíritu Santo, por quien fueron creadas todas las cosas, crea en mí una vida nueva, un nuevo comienzo!».