Juan 7:6-8 – «Entonces Jesús les dijo: Mi tiempo aún no ha llegado, mas vuestro tiempo siempre está presto. No puede el mundo aborreceros a vosotros; mas a mí me aborrece, porque yo testifico de él, que sus obras son malas. Subid vosotros a la fiesta; yo no subo todavía a esa fiesta, porque mi tiempo aún no se ha cumplido».
Aunque Jesús sabía que ya estaba bien equipado para Su misión terrenal, dijo a Su madre y a Sus hermanos: «Mi tiempo aún no ha llegado». (Juan 2:4; 7:6). Asumiendo que Jesús fue forzado a ir allí, ¿cuál sería nuestra fe hoy? (Juan 7:2-9) Sus adversarios planeaban deshacerse de Él, pero Él sabía que no podrían tocarle mientras siguiera la dirección del Espíritu de Dios que estaba en él Asumiendo que Jesús se vio presionado por la emergencia de otros para convertir el agua en vino, eso no habría sido posible para Él; Él nunca actuó fuera de la voluntad del Padre. Cuando Jesús fue arrestado y traicionado por Judas, no se defendió, sino que se sometió a la voluntad del Padre y dijo: «Si no fuera el tiempo de Dios, no podrías arrestarme». (Mateo 26) Cuando llegó el momento de que muriera por nuestros pecados, dijo: «Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo». (Juan 17:1)
Esto significa que hay dos tiempos: el tiempo de Dios y el tiempo del hombre. ¿Cuál de ellos te controla a ti?
Si eres controlado por el poder exterior, buscarás a otros para que te dirijan. Si eres guiado por la naturaleza humana, cualquier tiempo puede ser el tiempo correcto.
·. – Si no es el tiempo señalado por Dios para ser rico, y te enriqueces sin el proceso de Dios, ese dinero atraerá desafíos que no podrás afrontar, y se convertirá en una carga para ti.
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– Si no es el tiempo de Dios para lograr algo, pero te dejas llevar por la ambición personal, ese aparente éxito puede convertirse pronto en fracaso si no puedes manejarlo. La ambición no espera el tiempo de Dios; la visión sí.
· – Cuando no es el tiempo correcto para que te cases, puedes cometer un error costoso porque el tiempo correcto trae a la persona correcta.
Qué bendición vivir una vida ordenada por Dios, porque realmente hay un tiempo señalado para todo lo que tiene que ver con nosotros. Se necesita visión, paciencia y carácter de Dios para esperar el tiempo señalado por Dios.