«Bienaventurados el hombre  que tiene en Ti sus fuerzas,
En cuyo corazón están tus caminos
Atravesando el Valle de lágrimas
lo cambian en fuente,
cuando la lluvia  llena los estanques.
Irán de poder en poder;
Verán  a Dios en Sion».








Salmos 84:5-7




Así como el agua corre de un arroyo hacia el mar, nuestras vidas en esta tierra están en constante movimiento. Tómate un momento para mirar atrás en tu vida y verás lo lejos que has llegado, y sin embargo el viaje continúa. Definitivamente hemos crecido en estatura y madurez, pero ¿hemos crecido en fe, en paciencia y en amor?

Sólo cuando sabemos que el Cielo es nuestro hogar eterno nos viene la fuerza espiritual para atravesar todas las pruebas de la vida y salir fortalecidos. Como hijo de Dios, la vida en esta tierra es una peregrinación, en la que honramos a Dios en cada montaña, en cada valle, y en cada estación de nuestra vida y sabemos que el destino es estar con Jesús para siempre.

¿En qué estación te encuentras ahora? Cuando Dios está involucrado hay belleza en cada estación. ¿Estás en el desierto buscando un oasis? Hay un estanque de agua en cada desierto. ¿Cuál es el estado de tu corazón? Si tu corazón está en el camino de la rectitud, entonces Dios te impartirá la fuerza para superar esta difícil situación, porque con frecuencia cuando los tiempos son difíciles es cuando más crecemos en nuestro carácter. El crecimiento espiritual es en función de nuestra obediencia a la Palabra de Dios, especialmente en tiempos difíciles.

Pídele a Dios la gracia de ver tu viaje por esta tierra como una peregrinación, y de honrar a Dios en cada estación, porque ésa es la belleza de este viaje hacia la eternidad.

ASEGURA TU CORAZÓN

Una casa construida sobre la roca permanece para siempre.
Por la fe, comenzamos a ver no a nuestras debilidades sino a creer que tenemos la justicia de Dios en Cristo Jesús. La justicia es la posición correcta delante de Dios. En Su presencia, tu corazón está seguro.

RENUEVA TU ESPÍRITU

A pesar de cuidar mucho nuestro aspecto físico, muchos de nosotros estamos desanimados, frustrados, temerosos, enojados, amargados y ofendidos en nuestro interior, y eso se manifiesta en nuestras palabras y en nuestro comportamiento, por mucho que intentemos ocultarlo. ¿Por qué? Porque nuestro corazón no está limpio y nuestra mente no está renovada.

CONDENADO POR TU CONCIENCIA

A menudo, la reprensión más fuerte es la que viene de nuestro interior. Porque los motivos de nuestro corazón no se pueden ocultar, y nadie nos conoce mejor que nosotros mismos. Por eso, si somos condenados por nuestra conciencia, hay esperanza para nosotros.