NUESTRO MENTOR

«Permítete ser un amado de Dios. La manera de acercarte a Dios y estar con Él para siempre es hacer lo que te estoy diciendo aquí: tener más tiempo para Dios, menos tiempo para ti».


Reunión con discípulos 18.11.2015

Un mentor es alguien enviado del Cielo para cumplir tu destino en Cristo, porque si quieres convertirte en la persona de Dios, tienes que seguir Su proceso.

Nuestro mentor, el Profeta TB Joshua (12 de junio de 1963 – 5 de junio de 2021) nos enseñó a amar a Jesús por encima de todo. Un hombre poderosamente espiritual pero sencillo, su profundo amor por la humanidad fluía de su relación más profunda con Jesús. Un hombre que nos enseñó que encontramos la fe en lo más profundo de nuestro espíritu, que es en tu corazón donde te comunicas con Dios y que todo lo que hagas en esta vida sin humildad no es nada.

... un amigo de Jesus.

Durante los años bajo su mentoría, aprendimos que si queremos conocer una vida exitosa en Cristo, debemos aprender a sembrar nuestra fuerza, nuestro amor, nuestra bondad, nuestra fidelidad, nuestra honestidad y nuestra paciencia, a ver nuestras pruebas como amigos que construyen la belleza en nuestro viaje a la eternidad – un viaje de rectitud. Vimos diariamente que construir rectitud es paso a paso, pensamiento a pensamiento, decisión a decisión. No hay atajos, planes, métodos o maquinaria sino simplemente nuestro Salvador crece más y nosotros haciéndonos menos cada dia es un cambio no en la sustancia sino en la calidad del alma.

PRIMER ENCUENTRO

A partir de nuestro primer encuentro con el Profeta T.B. Joshua veinte años atrás, supimos que él era un verdadero amado de Dios. Fue un hombre poderoso en lo espiritual y pese a eso, un hombre sencillo. Su profundo amor por la humanidad fluía de su profunda relación con Jesús. Aquí había uno de esos «nuevos hombres» como lo describe CS Lewis: “…quien nos ama más pero nos necesita menos” . (Mero Cristianismo).Fue un hombre que nos enseñó que encontramos fe en lo profundo de nuestro espíritu, que en nuestro corazón nos comunicamos con Dios y que cualquier cosa que tengas en esta vida sin humildad es igual a nada. *Lewis, C.S. (1952). Mero Cristianismo. Macmillan. p. 223

Ese es el secreto: un espíritu libre. Sólo un espíritu libre atrae la atención de Dios. Por simple que parezca, es una tarea para toda la vida. Porque sólo cuando la Iglesia de hoy se dé cuenta de que el espíritu del hombre es la fuente de la fe, el Espíritu Santo se involucrará en nuestros asuntos.

Desde el primer mensaje que predicó en 1989, cuando fundó la SCOAN con ocho miembros, «Jesús viene pronto; si no te arrepientes, la venida de Jesús no tiene sentido en tu vidahasta que su últimas palabras en 5 de junio de 2021, «Velad y rezad». Sus palabras nos enseñan a medir nuestra vida a la luz de la eternidad. Él vivió su vida como si necesitara de Dios más que cualquier otro. Su preocupación fue que alcanzáramos el Cielo.

Nos enseñó que si queremos tener una vida exitosa, debemos aprender a plantar nuestra fortaleza, amor, bondad, fidelidad, honestidad y paciencia; a ver nuestras pruebas como amigos que crean la belleza de nuestro viaje a la eternidad, un viaje de justicia. A diario, vimos en él que edificar justicia es paso tras paso, pensamiento tras pensamiento y decisión tras decisión. No hay atajos, planes, métodos ni maquinaria sino dejar permitirle al Salvador que simplemente se haga más y nosotros menos. Que haya un cambio no en la sustancia sino en la calidad del alma.

Tal vida de oración cuesta. Vimos y fuimos testigos de las horas, días y años que él pasó en la presencia de Dios, al poner su corazón en sintonía para la oración, oración en el poder del Espíritu Santo. Como él mismo nos dijo en una reunión con discípulos el 7 de julio de 2017, «Tú no eres grandioso a la vista de Dios porque vives en el monte y comes langostas y miel; eres grandioso a los ojos de Dios porque no tienes un corazón para la ofensa»

Eso es todo, el secreto: un espíritu libre. Solo un espíritu libre atrae la atención de Dios. Aunque parezca sencillo, es una asignación de por vida. Así es como él vivió su vida y así es como debemos decir aquello que arde en nuestros corazones: compartir lo que nosotros mismos hemos recibido (Jeremías 20:9). Porque solo cuando la iglesia de hoy día se dé cuenta de que el espíritu del hombre es la fuente de la fe, será cuando el Espíritu Santo se involucrará en nuestros asuntos.

Como Pablo escribió en 1 Tesalonicenses 1:4-5, sabemos y creemos que al ser tan poco probables como somos, Dios en Su misericordia nos eligió porque el Evangelio no llegó a nosotros solo en palabras sino en poder, en el Espíritu Santo y en plena convicción.