«Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: «Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos?» Le respondió: «Sí, Señor; tú sabes que te amo». Él le dijo: «Apacienta mis corderos.». Juan 21:15
Antes de que Jesús le diera a Pedro la tarea y la responsabilidad de apacentar a Sus ovejas, le hizo una sola pregunta: ¿Me amas?
Jesús no le preguntó a Pedro si era un orador dotado, un líder talentoso ni puso a prueba su conocimiento de la ley, sino que simplemente le preguntó: ¿Me amas?
Esto nos muestra que la esencia de un ministerio eficaz siempre será un desbordamiento de nuestra relación de amor con Jesús. Pedro y los demás discípulos eran pescadores corrientes de una zona rural y humilde del país. No eran nadie hasta que Jesús los llamó.
Cuando Moisés nombró a los ancianos de Israel, el requisito no era que tuvieran conocimientos o linaje familiar, aspecto físico o talento especial, sino que temieran a Dios y evitaran el mal (Éxodo 18:21).
Si viéramos las cosas como Dios las ve, veríamos el inmenso valor del carácter divino que proviene de amar a Dios y evitar el mal. De hecho, es lo más precioso que poseemos a los ojos de Dios.
Examina tu vida a la luz de lo que la Biblia nos dice en Miqueas 6:8
«Y qué pide Jehová de ti:
solamente hacer justicia, y amar misericordia,
y humillarte ante tu Dios»..