«Y Jesús les dijo: Denle, pues, al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Y quedaron admirados de él»
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Marcos 12:17
La sabiduría de la respuesta de Jesús ante una pregunta engañosa toca cada corazón y nos obliga a preguntarnos: ¿Le damos a Dios lo que le pertenece?
En Ezequiel 18:4, Dios nos dice que Él es el Dueño de nuestra alma.
Esta instrucción de Jesús nos recuerda que hagamos lo que hagamos en esta tierra, sea lo que sea con lo que nos encontremos y lo que sea que se nos presente, nada debe apartar nuestro corazón de Dios. Diferentes responsabilidades, desafíos y presiones pueden pelear por llamar nuestra atención, pero nada debe tomar el lugar de Dios en nuestro corazón, porque nuestro corazón le pertenece a Él.
Cuando estás solo, no estás solo porque Dios está con tu espíritu.
Y al final de nuestra vida natural, el Espíritu regresa a Dios quien lo dio y aquellos que han caminado con Dios aquí, morarán con Él para siempre.