«Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace,
le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca.
Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca».
Mateo 7:24-25
¿Permanece firme tu fe durante la tormenta, la lluvia y el viento? Si no es así, tienes que preguntarte, ¿sobre qué está fundada tu fe?
Cuando Jesús le dijo a Pedro en Mateo 16:18, «Sobre esta roca edificaré mi Iglesia», Él estaba hablando de la roca de la Palabra del Reino de Dios, una roca inquebrantable. La palabra de Dios es Espíritu y vida; tiene la habilidad de producir una fuerza espiritual que crece y se desarrolla dentro de nuestro corazón, llamada fe. Nuestra emoción y nuestra razón pueden admirar, apreciar y valorar la Palabra de Dios, pero solo la fe actúa de acuerdo a ella.
Hoy en día es sorprendente la fe que tienen las personas en las cosas equivocadas. No esperes a que tu vida se derrumbe a tu alrededor para darte cuenta de que has estado construyendo sobre el fundamento equivocado. ¿Cómo puedes comprobar el fundamento de tu vida? Si examinamos nuestra vida diaria, sabremos cuanta fe tenemos. ¿Cuáles son tus pensamientos, tus palabras y tus acciones? Aquellos cuyas mentes no son dominadas por la Palabra de Dios siempre discuten su batalla en lugar de hablar de Aquel que pelea por ellos, discuten su enfermedad en lugar de hablar del Sanador, discuten su esclavitud en lugar de hablar de su libertad en Cristo Jesús.
Cuando confías en la Palabra de Dios y su provisión, tu corazón estará fijado y establecido sobre el fundamento sólido, la Palabra viva de Dios; entonces podrás decir con el Salmista: «Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo». Salmo 119:165