Juan 4:34, «Mi comida es que haga la voluntad del que me envió y que acabe su obra»


¿Cuántas cosas has empezado que no has culminado? Todos los días comenzamos nuevos proyectos, damos a luz nuevas ideas, pero ¿cuántas de ellas realmente concluimos?

Hoy en día, el problema al que nos enfrentamos en la vida es que estamos haciendo ahora lo que deberíamos haber hecho al principio. Las lecciones que no aprendimos cuando aún éramos pequeños, tenemos que aprenderlas ahora. No terminamos lo que empezamos. Por eso se acumulan los atrasos. Lo que deberías haber terminado ayer, lo estás haciendo hoy, lo que deberías haber terminado por la mañana, lo tienes que hacer por la tarde. La vida es demasiado corta para perder el tiempo en cosas que no tienen ningún valor o significado duradero. Hay una tarea para cada momento. Como cristianos, estamos en una carrera. El apóstol Pablo nos anima en 1 Corintios 9:24 a correr de tal manera que obtengamos el premio, porque el vencedor de la carrera no es el que comienza, sino el que termina. ¿No sabéis que en una carrera todos los corredores corren, pero sólo uno consigue el premio? Corre de tal manera que consigas el premio.


Jesucristo fue una persona que terminó la carrera. Cuando Jesús dijo en la cruz:

«¡Consumado es!» (Juan 19:30),

con estas palabras el puente que enlazaba al hombre con Dios quedó completo. Este es el principal beneficio del Evangelio: Dios quitó nuestro pecado y compró para nosotros el perdón total. Esa era Su misión. Jesús comenzó su ministerio cuando ÉL tenía 30 años y su ministerio duró 3 años y medio, durante los cuales ÉL realizó tantos milagros y tocó tantas vidas, que cambió para siempre la historia del mundo.


Dios siempre nos pide que hagamos lo que no podemos hacer nosotros mismos para que Él nos enseñe cómo hacerlo. Esto significa que no puedes ser un culminador que marca la diferencia sin Dios. Cuando confiamos en nuestras fuerzas en lugar de involucrar a Dios, no podemos marcar la diferencia y alcanzar metas fuera de lo común. Muchos han hecho mucho por restricciones externas pero les ha faltado el carácter de Dios en su resolución. Si hubieras continuado tu vida cristiana de la manera en que la comenzaste, ¡qué vida tan bendecida sería! El cielo hubiera sido tu límite. Necesitas que Dios ponga en ti la voluntad y el deseo de completar lo que has comenzado. Puede que tengas buenas intenciones, pero el apóstol Pablo nos amonesta:

«Ahora pués llevad también a cabo el hacerlo, para que como estuvisteis prontos a querrer, así también lo estéis en cumplir conforme a lo que tengáis». 2 Cor 8:11


¡Mira lo lejos que has llegado! No puedes permitirte rendirte. Pídele a Dios que te dé el espíritu del que culmina. Pídele a Jesús que ponga en ti el deseo y la voluntad de completar lo que has comenzado hoy en el nombre de Jesús.

DIOS PRIMERO

Aprendamos de David, que estaba dispuesto a ser humillado ante sus propios ojos para que Dios fuera honrado. Pregúntate a ti mismo: ¿Qué lugar ocupa honrar a Dios en tu lista de prioridades? ¿Le das gracias por todo lo que ha hecho en tu vida, a lo largo de todo el camino? Mientras que los hombres miran el exterior, Dios mira los motivos del corazón. En lugar de preocuparte por la opinión de los demás sobre ti, deja que el motivo de tu corazón cada día sea honrar a Dios antes que a ti mismo.

EL SACRIFICIO DE JUSTICIA

No hay un tiempo para hacer lo que es correcto. Debemos disponer nuestro corazón para obedecer la Palabra de Dios, todo el tiempo. El estilo de vida de Dios nos llama a hacer lo que es correcto a los ojos de Dios en todo tiempo, aunque sea contrario a lo que por naturaleza queremos hacer. Elegir hacer lo correcto es una gran prueba para nuestra carne.

¿Qu¿Qué es el sacrificio de justicia? Elegir hacer la voluntad de Dios en lugar de la nuestra. Cuando nuestra carne dice odio, Dios dice amor. Se necesita amor sacrificial para amar a tu enemigo y orar por él. Estas son las armas de la justicia. Este es el sacrificio que Jesús mira y recompensa. Aunque no sea un sacrificio grande o en el exterior, es lo que Jesús valora.

UNA VIDA NUEVA

Cuando hablamos de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo, estamos hablando de la excepcional oportunidad que Él ha dado a todos los creyentes de experimentar un nuevo comienzo; una situación en la que cada área muerta de nuestras vidas recibe una nueva vida.

Estamos muertos a nuestro pasado y vivos para nuestro futuro. El poder del pecado sobre nosotros ha sido roto y ahora nos revestimos de la nueva vida de Cristo: en Él vivimos, en Él nos movemos y en Él tenemos nuestro ser. Este es el significado de la resurrección.