La fe es una semilla que viene de dentro. Si analizas la historia de los israelitas desde su rescate de la esclavitud en Egipto hasta su viaje a la tierra prometida y las generaciones que siguieron, verás que la fe no viene de cosas externas. Como pueblo elegido de Dios, fueron testigos y experimentaron más milagros, señales y maravillas que cualquier generación anterior o posterior y sin embargo sus corazones se apartaron de Dios.
Ocuparse de lo que vemos o sentimos directamente contradice el mandato que Dios nos ha dado: caminar por fe y no por vista. (2 Corintios 5:7).
Caminar por fe es una decisión del corazón porque la fe es un corazón que cree en Dios en cada circunstancia de la vida. La fe está relacionada con dos realidades que no podemos ver con nuestros ojos naturales, es decir Dios y la Palabra de Dios. Encuentras la fe en lo más profundo de tu espíritu, fe para creer, fe para confiar, fe para depender sólo de Dios y de Su Palabra. Esta profunda convicción interior es la semilla de todo verdadero creyente. Y no importa lo que suceda en el exterior, la semilla permanece.
La Biblia nos dice en 1 Juan 3:9, «Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios».
Un cristiano no hace del pecado su marca registrada, o su estilo de vida. Un cristiano no vive y camina en el pecado. Porque su semilla permanece en el corazón, y eso es fe nacida de Dios.
Pídele a Jesús que riegue la semilla de la fe dentro de ti mientras permaneces en Su Palabra, en el nombre de Jesús.