Gálatas 5:25: «Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.»



Cuando se corre una carrera de larga distancia, hay que seguir el camino trazado, de lo contrario es fácil desviarse y perderse. Lo mismo ocurre en nuestro caminar con Jesús. Nuestro viaje como creyentes de Cristo en esta tierra no es una carrera de velocidad sino una maratón, donde Dios ha puesto delante de nosotros la dirección a tomar, a través de Su Palabra y por Su Espíritu.
Dios no te hizo una criatura que vive por instinto, sino que te dio una conciencia para hacerte espiritualmente apto para discernir Sus Caminos.

Dios no nos habría ordenado caminar en el Espíritu si no nos hubiera diseñado para caminar en el Espíritu. Pero muchos de nosotros en nuestro viaje por la vida perdemos el paso del espíritu y
nos encontramos viviendo, caminando, pensando sólo en lo natural.

El apóstol Pablo advirtió a los gálatas sobre el peligro de resignarse gradualmente a los métodos y estrategias naturales en la adoración a un Dios divino que es Espíritu.

«¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?». Gálatas 3:3

Porque Dios es Espíritu, debemos adorarle en espíritu y en verdad. Así que, mientras corremos esta carrera de la vida, recuerda que son los frutos del Espíritu Santo los que nos dan la fuerza y la resistencia para perseverar en: paz, amor, alegría, fidelidad, bondad, dominio propio, paciencia. No es con nuestras fuerzas, sino sólo con las de Cristo, que podemos mantenernos al paso del Espíritu.

EL LLAMADO DE LA SABIDURÍA

Es cierto que con el tiempo llega la experiencia, pero la sabiduría divina de Dios no conoce edad, ni raza, ni barrera o división. Hoy, toma la decisión de acudir al llamado de la sabiduría, y esto comienza con el simple entendimiento de que Dios es Dios y que debemos reverenciarlo.

LO QUE ES DE DIOS

Esta instrucción de Jesús nos recuerda que hagamos lo que hagamos en esta tierra, sea lo que sea con lo que nos encontremos y lo que sea que se nos presente, nada debe apartar nuestro corazón de Dios. Diferentes responsabilidades, desafíos y presiones pueden pelear por llamar nuestra atención, pero nada debe tomar el lugar de Dios en nuestro corazón, porque nuestro corazón le pertenece a Él.

PERMITE QUE EL ESPÍRITU SANTO TE GUÍE

Cuando prestamos atención a la Palabra de Dios, viéndola no como una palabra ordinaria sino como la Palabra de Dios, entonces nuestra mente será renovada y nuestro corazón comenzará a desear las cosas de arriba. Debemos estar espiritualmente inclinados a descubrir las cosas espirituales.