« Y como insistieran en preguntarle,
se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto,
acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio». Juan 8:7-9
A menudo, la reprimenda más fuerte es la que viene de nuestro interior. Porque los motivos de nuestro corazón no se pueden ocultar, y nadie nos conoce mejor que nosotros mismos. Por eso, si somos condenados por nuestra conciencia, hay esperanza para nosotros. « pues si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas».1 Juan 3:20
Nuestra conciencia es el instrumento utilizado por el Espiritu Santo para guiar nuestra alma. Pero el Espiritu Santo no nos obligará a escucharla. Es nuestra elección escuchar a nuestra conciencia o ignorarla.
¿Alguna vez te aconsejas a ti mismo? Si tuvieras el hábito de examinar tu vida, de escuchar la voz de tu conciencia y de reconciliar tu corazón con Dios, creo que hoy no estarías en donde estás.
Hebreos 10:22-23 «acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió».
No hay nada más peligroso que una persona con una vida sin examinar.