«Pondré mis leyes en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré; Y seré a ellos por Dios, Y ellos me serán a mí por pueblo». Hebreos 8:10

Cuando el rey Nabucodonosor firmó el decreto de que todo aquel que no adorara la imagen de oro que él había erigido sería arrojado al horno de fuego, todos en todo el reino se llenaron de temor, excepto tres del pueblo de Dios: Sadrac, Mesac y Abednego. Esta situación que amenazaba la vida no sacudió la fe de los tres hombres temerosos de Dios debido a la Palabra de Dios en su corazón.

The Word of God says, La Palabra de Dios dice: «Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti».

(Isaías 43:2) Aunque no fueron salvados instantáneamente del horno de fuego, fue la Palabra de Dios en sus corazones la que

convirtió el horno de fuego en frío como el hielo. Los tres hombres caminaban libremente dentro del horno de fuego junto con el Hijo de Dios.

Esto suena interesante para todo el mundo, pero esto no ocurre porque sí. No se trata de tener la Palabra de Dios en los labios, me refiero a cuando empezamos a buscar en la Biblia una Escritura que se adapte a nuestra situación. No debemos basarnos en fragmentos de la Biblia, sino tomarnos la Palabra de Dios en serio, meditándola y pidiendo ayuda al Espíritu Santo. La Palabra de Dios primero debe residir en nuestro interior, porque en el momento en que más la necesitamos, el Espíritu Santo sólo puede traernos a la memoria la Palabra de Dios que ya está alojada en nuestro corazón. Con la Palabra de Dios en tu corazón, no necesitas inventar palabras, porque Dios dice: «Pondré mi Palabra en tu boca», como hizo con Jeremías, Moisés, Daniel, Pedro, Pablo. Esa es la promesa que Jesús dio a sus discípulos antes de dejarlos, «no os preocupéis por cómo o qué habréis de responder, o qué habréis de decir; porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que debáis decir». Lucas 12:11-12

La Palabra viva en los labios de Daniel convirtió a los leones en animales domésticos.

La Palabra viva en los labios de Jesús prevaleció sobre la ley de la naturaleza. (Marcos 4:36-41)

Si hablas la palabra de Dios sobre tu situación has liberado tu fe y has traído el poder de Dios a escena.

En la batalla de tu vida, ten siempre presente que no es a tu palabra a la que teme Satanás, sino que Satanás teme a la Palabra de Dios en tu corazón, porque sólo entonces se hace efectiva.

DIOS PRIMERO

Aprendamos de David, que estaba dispuesto a ser humillado ante sus propios ojos para que Dios fuera honrado. Pregúntate a ti mismo: ¿Qué lugar ocupa honrar a Dios en tu lista de prioridades? ¿Le das gracias por todo lo que ha hecho en tu vida, a lo largo de todo el camino? Mientras que los hombres miran el exterior, Dios mira los motivos del corazón. En lugar de preocuparte por la opinión de los demás sobre ti, deja que el motivo de tu corazón cada día sea honrar a Dios antes que a ti mismo.

EL SACRIFICIO DE JUSTICIA

No hay un tiempo para hacer lo que es correcto. Debemos disponer nuestro corazón para obedecer la Palabra de Dios, todo el tiempo. El estilo de vida de Dios nos llama a hacer lo que es correcto a los ojos de Dios en todo tiempo, aunque sea contrario a lo que por naturaleza queremos hacer. Elegir hacer lo correcto es una gran prueba para nuestra carne.

¿Qu¿Qué es el sacrificio de justicia? Elegir hacer la voluntad de Dios en lugar de la nuestra. Cuando nuestra carne dice odio, Dios dice amor. Se necesita amor sacrificial para amar a tu enemigo y orar por él. Estas son las armas de la justicia. Este es el sacrificio que Jesús mira y recompensa. Aunque no sea un sacrificio grande o en el exterior, es lo que Jesús valora.

UNA VIDA NUEVA

Cuando hablamos de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo, estamos hablando de la excepcional oportunidad que Él ha dado a todos los creyentes de experimentar un nuevo comienzo; una situación en la que cada área muerta de nuestras vidas recibe una nueva vida.

Estamos muertos a nuestro pasado y vivos para nuestro futuro. El poder del pecado sobre nosotros ha sido roto y ahora nos revestimos de la nueva vida de Cristo: en Él vivimos, en Él nos movemos y en Él tenemos nuestro ser. Este es el significado de la resurrección.