«Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte».

A menudo, Dios trabaja a través de las circunstancias de la vida: tu dificultad, enfermedad, aflicción, retroceso y tu ataque para que veas Su posición. Si confiamos en nuestra fuerza natural, algún día nos decepcionará. ¿De dónde viene la fuerza para ver la carrera hasta el final?
Viene desde el interior.

El mundo puede ver la fortaleza en la fuerza, en el dominio, en ganar siempre. Pero mi Salvador me enseñó a ver la vida de manera diferente: la fortaleza más grande está en rendirse a Dios, ir por el camino de la humildad y la abnegación.

Algunos de nosotros pensamos que resistir nos hace fuertes, pero a veces es al dejarlo ir. La fortaleza real es perdonarlo todo. Es amar desde el corazón. Es deshonrarnos a nosotros mismos para que Cristo sea honrado.

La verdadera humildad no es debilidad, sino fortaleza. A menos que seamos humildes, no nos inclinaremos ante Dios ni lo buscaremos por ayuda (Santiago 4:1). No se trata de combinar nuestra fuerza con la fuerza de Dios
sino de una eliminación total y completa de nuestra fuerza para revestirnos de la fuerza de Dios.

Entonces, como el apóstol Pablo, podrás decir: «Cuando soy débil, entonces soy fuerte».

NO TE OLVIDES DE TU DIOS

«Antes que cualquier otra cosa, es nuestro corazón el primero en olvidar. Es por esto que nos alejamos poco a poco de Dios a medida que nuestros corazones empiezan a enfocarse en lo que no tenemos. Una de las tácticas satánicas es conseguir que dudes de la bondad de Dios porque él sabe que cada vez que dices «gracias, Jesús», estás edificando tu relación con Dios».

LIRIOS DEL CAMPO

«La preocupación interfiere con el Espíritu de Dios en nuestras vidas y destruye nuestro sentido de juicio. El espíritu humano cuando está libre de la pesada carga de la preocupación, el miedo y el pecado, es sensible al Espíritu de Dios. Tu corazón necesita estar en su mejor estado para Dios antes de que puedas orar».

SERVIDOR DE TODOS

«Jesús tenía muy claro que el camino hacia la grandeza consistía en servir a los demás obedeciendo a Dios. Aunque era el Hijo de Dios, aprendió la obediencia con lo que sufrió, la obediencia a la voluntad de su Padre. Fue en obediencia a Dios como Jesús se convirtió en siervo de todos».